I.

 

Duro ha sido vivir de tantos lunes.

 

En la pared donde me crucifican

oigo al martillo derrotando al clavo.

 

Y después, qué vergüenza dar las gracias

si hasta el amor es um remordimiento.

 

Y después, qué tristeza

verse desnudo y con las manos huecas.

 

Y luego renacer. Y luego darse

hasta que se repita lo de siempre.


 
II.

Nadie sabe que es agua
hasta que no lo culpen de un ahogado.

Nadie sabe que es tierra
si no lo mueven los profundos sismos.

Nadie sabe que es árbol
hasta que no lo culpen de un ahorcado.

Nadie sabe que es pan
si no lo despedazan los hambrientos.

Nadie sabe que es agua, tierra, árbol, pan.
 

Nadie sabe que es nada.

 

 

III.

 

Ardiendo entre dos polos genitales

de origen valgo, mas de origin muero.

 

Entre dos cifras dígitas me ponen.

Apareado a mi sombra,

por la segunda vez estoy herido.

 

Estoy de anónimo entre mis dos nombres

y me detienen entre dos pisadas

mientras me olvidan entre dos memorias.

 

Estoy entre dos piernas y dos aguas,

sobre la tierra que me pulsa,

bajo la campanada que me llama.

 

Ardiendo estoy, me purifico y quedo

dividido otra vez en dos cenizas,

hasta que en algún punto de la muerte

los extremos se toquen.

 

 

 

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El Viejo Circulo, Poesía de Fernando Cazón Vera
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